Estaba trabajando en mi pfc (proyecto final), con estos calores madrileños de verano, el agua es combustible indispensable. Y ocurrió, acabé dando un codazo al vaso sobre las correcciones a mano, y ese estado de hipersensibilidad aguda que es producir y entregar un pfc para una arquitecta, aquello se convirtió en un pequeño drama.
Supe que no podía volver a ocurrir y pedí ayuda a google, y así es como descubrí Café Té Arte. Llegué al la tienda. Félix me aconsejó y ayudó a elegir el que más se adaptaba a mis necesidades: el vaso Morgan.
Un vaso hermético del que, aunque tiene imitadores (si me dieran un euro por cada vez que me han dicho eso de «a mí me ha costado mucho menos, pero se fuga ¿no?) el Morgan no pierde ni gota y a mi además me gusta su diseño, y su color. En verano lleno de agua fresquita y una rodajita de limón es lo mejor para combatir estos intensos calores y además está riquísimo mmmmm 🙂
Después de tantas cosas compartidas juntos, mi Morgan hace unas semanas decidió saltar de mi mochila y por el sonido que hizo al estamparse contra el suelo supe de inmediato que no pintaba bien, y fue así, se rompió la tapa y ahora sí se fuga. Entré de nuevo en la web de Café Té Arte y no había rastro, les pregunté en su cuenta de twitter, y me contestaron que no lo tenían en ese momento, en un par de días se preocuparon de buscar en almacén, reponer y avisarme de su disponibilidad, y es que da gusto cuando te tratan así, cuando fuimos a recogerlo Félix compartió con nosotros truquillos para elaborar té frío. Ya que estábamos en la tienda (J también está encantado con el Morgan) nos trajimos un té verde de cereza japonesa para probar (la calidad del té es casi tan buena como la calidez humana con la que mima a los clientes Félix)
Vuelvo a tener Morgan y ahora sé gracias a Café Té Arte que se rompió por estar lleno de líquido.