Estaba haciendo una pausa con un café de por medio, cuando llamó mi atención un caballero que mantenía una enérgica conversación acerca de un aprobado o suspenso de la que supuse hija, sobrina o familiar cercano. El hombre no comprendía.
Yo ya había dibujado mi taza de café en mi bitácora, dando cuenta de ese momento relajado. Me atrajeron sus rasgos. No sabía por cuánto tiempo posaría para mi, así que dibujé sin pasar siquiera la hoja. Llegó la hora en la que me tuve que marchar. Cerré el cuaderno, pagué y me fui.
Más tarde, ya en casa hojeando mi cuaderno, me di cuenta, que sin habérmelo propuesto mi taza se había convertido en el magnífico tocado del desconocido Señor Café.
Ahora imagino que queda con Alicia y el sombrerero loco, para tomar té y celebrar un fantástico no-cumpleaños y, por qué no, ese preciado aprobado.
¿Tú cómo te imaginas al Sr. Café?
pd: ¿te apetece ver qué hay en mi bitácora?